Pasión por el propósito

hay dos grandes días en la vida de una persona, el día que nace y el día en que descubre para qué.

Hoy nos tomamos un café con una joven amiga. Ella nos platicaba como poco a poco le fue quedando claro su propósito en la vida, después de pasar por una situación muy dolorosa que le detonó vislumbrar su camino.

El propósito, como la vida, es un misterio; a algunos se les da descubrirlo relativamente fácil y temprano en la vida; a otros les puede llevar toda una vida, y al final, tal vez puedan ver algún destello de aquello para lo que fueron hechos para hacer en su paso por la vida.

Benditos aquellos que, no solo reconocen su propósito, sino que además enfocan todas sus energías para lograrlo en el brevísimo tiempo que tenemos desde que nacemos hasta que morimos. Estas personas emiten en su mirada un brillo estimulante de alegría por la vida; y en su caminar en esta vida dejan una huella memorable, trascendente en los corazones de aquellos que les conocieron. Adicionalmente, quienes lo hacen, producen ecos en la eternidad.